¡CUÁN PEQUEÑA ES!
Esta es la foto de la Tierra tomada en 1990 por la sonda Voyager desde una distancia de 6 mil millones de kilómetros.
En la imagen, nuestro planeta aparece como un pálido punto azul suspendido en la inmensa oscuridad del cosmos.
Es la foto más lejana de nuestra Tierra que se haya tomado jamás. La idea fue del astrónomo estadounidense Carl Sagan. Más tarde publicó el libro “Pálido Punto Azul: Una Visión del Futuro Humano en el Espacio”, en el que incluyó una profunda reflexión sobre esa fotografía.
Estas son sus palabras, que representan una invitación a reflexionar sobre nuestra condición, sobre cuán efímera y al mismo tiempo única es la oportunidad de la vida y, sobre todo, sobre la importancia de invertir la máxima energía en la cuestión climática, que debe colocarse en la cima de la lista de prioridades diarias de todos nosotros.
Carl Sagan, Pale Blue Dot, 1994:
"Nuestras vanidades, nuestra autoestima imaginaria, la ilusión de que tenemos alguna posición privilegiada en el Universo, son cuestionadas por este punto de luz pálida. Nuestro planeta es un pequeño grano de arena solitario en la gran y envolvente oscuridad cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ninguna indicación de que la ayuda vaya a venir de otro lugar para salvarnos de nosotros mismos.
La Tierra es el único mundo conocido que puede albergar vida. No hay otro lugar, al menos en un futuro cercano, adonde nuestra especie pueda migrar.
Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde jugamos nuestras cartas. No hay quizás mejor demostración de la locura de las vanidades humanas que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos con más amabilidad unos a otros, y de preservar y proteger el pálido punto azul, el único hogar que hemos conocido jamás...".
LA ESTUPIDEZ HUMANA
El ser humano ha recibido dos enormes regalos: la inteligencia y la conciencia. Un animal sigue sus instintos, no tiene la capacidad de elegir entre el bien y el mal. El ser humano, la única especie en la Tierra que ha recibido estos dones especiales y esta gran responsabilidad, ¿cómo los utiliza? A veces bien, pero a menudo mal, muy mal. Con los conocimientos, la tecnología y la riqueza que hemos alcanzado, el mundo podría ser un lugar mejor si hubiera una verdadera colaboración y los recursos se utilizaran con inteligencia. Pero prevalecen el egoísmo y la sed de poder, se actúa solo en función del dinero, del beneficio y de la acumulación de capital sin tener en cuenta factores mucho más importantes como la salud, el bienestar de las personas y el respeto al medio ambiente.Entrevista al premio Nobel Giorgio Parisi: «La inteligencia artificial llevará al desastre si no se regula»
¿Conseguiremos gobernar la inteligencia artificial?
«La inteligencia artificial de hace 70-80 años (los ordenadores) fue capaz de realizar cálculos más rápidamente que los humanos. La de hace 40-50 años podía realizar también cálculos algebraicos más rápidamente que los humanos. En fin, vamos en la dirección en la que la IA será capaz de hacer ciertas cosas mejor que nosotros. Piensen en la capacidad de hacer traducciones automáticas de un libro de 500 páginas en un minuto y con un buen resultado. En fin, estamos ciertamente aumentando la capacidad del hombre. Y como las máquinas nos permiten aumentar nuestra capacidad manual, así la IA nos permite aumentar la intelectual. Pero hay peligros de todos modos. Para dar un ejemplo: hoy la IA representa un cambio epocal comparable al de la imprenta, que tuvo un impacto enorme cuando fue introducida, pero la imprenta está regulada por decenas y decenas de leyes. Imaginen lo que sucedería si elimináramos las normas sobre el derecho de autor, o sobre la responsabilidad de los periodistas. También la IA necesita absolutamente ser regulada. Las personas que ven una foto tienen el derecho de saber si es verdadera o artificial para no perder la certeza, que actualmente tenemos, de decir que un hecho ha ocurrido realmente. Los cambios deben ser controlados y regulados, de lo contrario tienden a llevar al desastre».
Se expresa usted a menudo a favor del medio ambiente. ¿Piensa que tecnologías como las cuánticas podrán ser útiles para luchar contra el cambio climático?
«Ya está ocurriendo. Pensemos en los paneles solares: funcionan gracias a tecnologías cuánticas. Los que utilizamos hoy tienen una eficiencia muy alta, que sin embargo difícilmente podrá ser aumentada mucho. El verdadero tema es encontrar soluciones sostenibles, porque el material del que están hechos estos paneles es contaminante. Ya ahora hay algunos tipos en material orgánico en forma de película que pueden ser aplicados, por ejemplo, en las ventanas de los edificios. Por el momento, sin embargo, son extremadamente poco eficientes y muy caros y por lo tanto es claro que necesitamos encontrar soluciones en las que se pueda transformar eficazmente y directamente la energía solar en combustible. Realizar, es decir, una especie de fotosíntesis porque no es pensable tener una situación en la que los combustibles sean eliminados al 100%, pero, si se logra producirlos de manera eficaz y directamente del solar, esto será fundamental. Por lo tanto, hay muchas tecnologías que se pueden imaginar para contribuir a la lucha contra el cambio climático».
La ciencia tiene un gran impacto social. ¿Por qué para los ciudadanos es importante poseer una base mínima de conocimientos científicos?
«Muy a menudo las decisiones se toman sobre la base de argumentos científicos y los ciudadanos deben ser capaces de entenderlos. Podemos decir que es una herramienta para alcanzar una democracia completa. El problema es que probablemente la escuela está organizada de manera un poco anticuada, esencialmente con programas "Gentilianos" de hace un siglo, que veían en la educación liceal una instrucción de élite y de corte humanístico. Por lo tanto, no se logra que la escuela tenga el propósito preciso de formar ciudadanos para comprender cómo funciona la ciencia para evitar tener que dar su confianza a ciegas. La educación es un punto crucial y es importante comenzar desde niños. La importancia práctica de la ciencia nos es muy clara a través de infinidad de modos y sin embargo, en estos tiempos, hay una mayor desconfianza, cosa que he experimentado yo personalmente durante la pandemia de Covid-19 cuando fui objeto de ataques. Y esto puede parecer un paradoja: en el mismo momento en que la sociedad se vuelve cada vez más dependiente de la tecnología avanzada, que es fruto precisamente de los descubrimientos científicos, los ciudadanos se vuelven más sospechosos hacia los científicos».
¿A qué atribuye este fenómeno?
«Estamos entrando en un periodo de pesimismo sobre el futuro debido al hecho de que enfrentamos crisis de toda índole: climática, económica, de recursos, un aumento de las desigualdades, la inseguridad del trabajo y no últimas las guerras. Una vez estábamos todos convencidos de que el futuro sería mejor que el presente y que era la ciencia la que nos llevaba hacia ese futuro radiante. Luego esta confianza en el progreso y en el futuro se ha erosionado y para muchos la ciencia ha comenzado a tener el demérito de esta situación y a ser considerada como una mala maestra que ha empujado a la humanidad en la dirección equivocada. Además, los científicos son a veces vistos como una élite que, como tal, paga el fuerte resentimiento que hay contra todas las élites. Pero esta desconfianza hacia la ciencia puede ser desastrosa. De hecho, necesitamos más ciencia, de lo contrario no seremos capaces de luchar contra peligros como el calentamiento global, las enfermedades infecciosas, la pobreza, el hambre y la falta de recursos a nivel planetario».
Entonces, ¿piensa que el mundo debería ser gobernado por técnicos y científicos?
«No soy un tecnócrata y no pienso que un gobierno de científicos sea lo mejor, pero la ciencia es el único intento honesto de comprender la realidad y de hacer predicciones estimando la incertidumbre. La ciencia, por tanto, tiene la tarea de ayudar a la humanidad a pasar por un camino lleno de peligros y debe indicar las diversas opciones. Pero la decisión, luego, corresponde a la política».
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